21.10.09

Palabra alguna: Lorenzo García Vega

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PALABRA ALGUNA


De pronto, con esa colcha raída que tenía en mis manos me pregunté, sin saber por qué, sobre una borrosa infancia.

¿Una borrosa infancia, deletreada desde esa colcha raída? ¿Había habido un andén? O, quizá, preguntarme si, en algún momento, hubo alguna luz mocha.

¿Luz mocha?

Quizá lejano, muy lejano en el tiempo, quizá sobre unos raíles, lo semejante a un trampolín. Pero, pensándolo bien, ¿no podría ser un fingido trampolín?

Aunque, después, yo estaría seco. Seco estaría: entrando, saliendo, por donde ya no había puertas. O, lo que es lo mismo, lo semejante al círculo mocho de una luz opaca. Pero ¿qué puede ser de lo que estoy hablando? ¿De un círculo mocho estoy hablando? Pero ¿una luz opaca para qué? O, ¿quien, precisamente, en un andén que quizá no existió, pudo necesitar, dentro de un círculo opaco, una luz mocha?

Pero entonces, planteado así, quizá no hubiera nada.

O, entonces, quizá, por el momento, con rígida mandíbula, no habría por qué llegar a masticar palabra alguna. Y esto porque...

Y esto, ya que es cierto que lo que digo, o lo que no digo, no es, hasta ahora, palabra alguna.




[en Lorenzo García Vega. No mueras sin laberinto. BB.AA.: bajo la luna, 2005]



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