2.7.09

Celestina

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Dessean harto mal para sí; dessean harto trabajo; dessean llegar allá, porque llegando biven, y el bivir es dulce, y biviendo envejecen. Assí que el niño dessea ser moço, y el moço viejo, y el viejo más, aunque con dolor; todo por bivir. Porque, como dizen, biva la gallina con su pepita. Pero quién te podrá contar, señora, sus daños, sus inconvenientes, sus fatigas, sus cuydados, sus enfermedades, su frío, su calor, su descontentamiento, su rinzilla, su pesadumbre; aquel arrugar de cara, aquel mudar de cabellos su primera y fresca color, aquel poco oyr, aquel debilitado ver, puestos los ojos a la sombra, aquel hondimiento de boca, aquel caer de dientes, aquel carecer de fuerça, aquel flaco andar, aquel spacioso comer. Pues ¡ay, ay, señora!, si lo dicho viene acompañado de pobreza, allí verás callar todos los otros trabajos quando sobra la gana y falta la provisión, que jamás sentí peor ahito que de hambre.


[en Fernando de Rojas. La Celestina. Ed. Dorothy S. Severin. Madrid: Cátedra, 1987. pp.155]

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