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Persecuciones y secuestros tocan. En un hotel tiene lugar la fuga, carreras por pasillos tan largos como laberínticos, pura agonía y resuello. La dama raptada soy, la chiquilla que pierde el cuerpo asustada corriendo hasta la extenuación. Estuve encerrada en uno de los cuartos del hotel hasta que en un descuido (creo) logré zafarme de mis raptores. Intento aprovecharme de las dimensiones y la organización postmoderna del hotel para confundirme entre el gentío pero el miedo emploma mis pies: cualquier lugar (no importan dimensiones, concurrencia ni estructura a mi mente acuciada) va desvelando su potencialidad de ratonera.
[26.10.04]
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